La pandemia que estamos sobrellevando ha expuesto la debilidad de una economía generalizada que se anuncia como provechosa para todos, pero que verdaderamente genera ilegalidad social y pérdida ecológica. Para establecer un mundo sostenible e imparcial habrá que tomar en cuenta cambios en ámbitos interconectados en lo: político, económico, cultural el social, y sobretodo ecológico.
Para restablecer la biosfera es preciso crear sociedades y relaciones concentradas en la sostenibilidad de la vida diaria, tanto humana como no humana. Las semillas sustentadas con agua de lluvia y ciertos suplementos orgánicos ayudan a crear cultivos suficientes que generan alimentos para su familia y hasta para ser vendidos en los mercados locales. En todo el mundo están floreciendo alternativas muy diferentes, pero fundamentadas en principios y valores similares, como la responsabilidad y el respeto a las diferentes formas de vida.
Una forma de sobrevivir
En el mes de marzo, aun cuando la pandemia estaban arrasando con la vida de muchas personas en el mundo Moligeri Chandramma aseguraba por medio de un intérprete que las personas que contabas con espacio para la siembra o vivía en pueblos donde la agricultura está presente no habían sufrido escasez de alimentos en los momentos más difíciles del confinamiento y que tampoco estuvieron afectados por el coronavirus.
Moligeri Chandramma agricultora de las tierras áridas de la India se encarga de cultivar más de cuarenta especies de plantas para el consumo (especias, lentejas, arroz, y mijo) en una parcela de poco tamaño. Esto con la finalidad de hacer conciencia, sobre lo importante que es la agricultura en el hogar durante espacios de caos como los presentados en la pandemia.
Su asombrosa forma de compaginar la subsistencia de la biodiversidad con la producción de sustento agrícola en el 2019 consiguió el famoso premio Ecuatorial de las Naciones Unidas. Tras padecer discriminación social y de género en a época de 1980, esta agricultora disfruta actualmente de soberanía alimentaria y sobretodo seguridad económica. Y no solo están consiguiendo entretener la pandemia, sino que en el pasado 2020 cada familia de la DDS dono diez kilogramos de cereales a los residentes de zonas cercanas.
Al otro lado del mundo, otras comunidades quechuas ubicados en los Andes peruanos se encargan del sustento del Parque de la Papa en Pisac, Cuzco, un medio montañoso que es uno de los sitios de origen de la patata. Se encargan de proteger esa región por ser un patrimonio biocultural, un tesoro cultural y biológico heredado de sus ascendencias, y almacenan más de 1300 diversidades de patata. Considerando que esta zona ha sido fuente de alimentos para muchas personas tras el fuerte confinamiento sufrido en el 2020, cuando no lográbamos adaptarnos aun a este nuevo estilo de vida.